Lo que hoy conocemos como aula no siempre existió, se trata de una construcción que fue cambiando en sus aspectos materiales, en la elección de los locales, en la organización del espacio, el mobiliario, el instrumental pedagógico y en la estructura comunicacional: quién habla, dónde se ubica, cuál es el flujo de las comunicaciones.
El aula que conocemos actualmente se constituyó a fines del siglo XIX con el nacimiento de la escuela pública, obligatoria, graduada y el método de enseñanza simultánea según el cual treinta o cuarenta alumnos realizaban a la vez la misma actividad.
En el museo conservamos muchos objetos que dieron y dan materialidad al aula: mobiliario, material didáctico, objetos que llevaban los alumnos, objetos que eran de los maestros… muchos de ellos también sustentaron o alientan las prácticas escolares diarias que forman parte del patrimonio intangible: los horarios de las clases, las horas sentados en los bancos, los silencios, el barullo, las relaciones entre alumnos y maestros, las relaciones entre los alumnos, los castigos, etc.
Pupitres
A mediados del siglo XIX, varias disputas acompañaron el diseño y la creación de un mobiliario escolar específico para los estudiantes: los bancos o pupitres.
Esto sucedió a raíz de importantes discusiones que se generaron en torno al “mejor banco”. Las argumentaciones hacían referencia a la prevención de enfermedades, al comportamiento de los niños y las niñas en clase, a cuestiones ambientales (reflexión de la luz), etcétera. Todos estaban de acuerdo en que la modernidad escolar tenía que ir acompañada de un respaldo para sentarse…
Los pupitres de madera continuaron utilizándose hasta la década de 1960 cuando comenzaron a ser reemplazados por otros materiales, por ejemplo la madera por la fórmica (laminado de alta presión) y el hierro por el acero.
Si observamos las imágenes de los pupitres del álbum de fotos Pupitres eran los de antes, hoy se dice banco…, podemos encontrar algunas pistas acerca de los argumentos anteriores:
El número en la herrería. Adecuándose al triunfo de la escuela graduada los pupitres se diseñaron con distintos tamaños según la edad de los colegiales. Los números más altos eran para los primeros grados.
Las curvas del respaldo y del asiento. Otra novedad fue la incorporación definitiva de respaldos y la forma ergonométrica que se les imprimía. Esto obedecía a las prescripciones de la medicina para prevenir enfermedades o malformaciones físicas como la lordosis y escoliosis.
La base del pupitre atornillada al piso. Los pupitres individuales se atornillaban al piso organizando pasillos de aproximadamente 50 centímetros entre sí por dos razones, para permitir una mejor vigilancia de los alumnos por parte del maestro y porque la actividad escolar era fundamentalmente individual, no se trabajaba en grupo.
La luz desde la izquierda. Las recomendaciones higiénicas de la época prescribían ubicar los pupitres de tal manera que la luz de las ventanas ingresara desde el lado izquierdo, ya que se debía escribir solo con la mano derecha.
La fabricación. Al principio, la mayoría de los pupitres modernos eran importados de EEUU, Gran Bretaña, Francia y Alemania. En la colección de pupitres del Museo de las Escuelas hay piezas importadas por la Casa Ángel Estrada en 1912 de modelo similar a la imagen publicitaria de la American Seating Company de la ciudad de Chicago y a la descripción del Model 101, de 1911.